15.6.10

Suelo ser excesivo. Confieso que he nacido para lo demasiado. No en todo, claro está, sólo en ciertos vicios y para ciertas aficiones. De las virtudes no hablaré, pero en alguna también me paso un poco, aunque Aristóteles me regañaría por creer que, si me paso, puedo seguir llamándola "virtud".

Leo demasiado, escribo demasiado, viajo demasiado, me encolerizo demasiado, quiero hacer el amor con demasiadas personas y cosas, me enamoro demasiado de quien no me quiere, hablo demasiado, tengo demasiadas opiniones y no me las callo, gesticulo demasiado, grito demasiado, pretendo saber de demasiadas cosas, me río demasiado, lloro demasiado, cultivo y provoco demasiadas animadversiones. Me deprimo más de lo debido y me divierto como un niño bobo, sin medida. Soy un pasota, pero no porque pase de todo -como se dice en España para indicar indiferencia-, sino porque me paso en todo.


"Elogio a la embriaguez". Fernando Savater

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